
El conjunto azerí derrota al Copenhague con un sólido 2-0 y mantiene su pleno en Champions
Seis de seis para el Qarabag en la Champions, un equipo que se asienta con autoridad en la burguesía europea. Los de Gurbanov mostraron personalidad, golpearon en los momentos justos y dejaron sin respuesta a un Copenhague que no supo aprovechar sus fases de dominio.
El Qarabag salió con personalidad en su feudo y, desde los primeros compases, dominó los duelos individuales y las segundas jugadas. Leandro avisó con un disparo que rozó el palo tras un robo en campo rival, justo antes de que Huescas se lesionara en la misma acción, obligando a los daneses a realizar un cambio prematuro. Por la izquierda llegaban los espacios, donde el cuadro azerbaiyano encontraba sus mejores combinaciones y ponía en aprietos a la zaga visitante.
La insistencia local encontró premio en el 28’, cuando un disparo de Pedro se estrelló en el palo y Zoubir, rápido y atento, empujó el rechace para abrir el marcador. A partir de ahí, el Qarabag se volcó y obligó a Kotarski a brillar con intervenciones de mérito ante Kashchuk y Duran, mientras que el Copenhague apenas pudo generar peligro hasta los últimos minutos de la primera mitad, cuando intentó reaccionar con disparos lejanos.
Tras el descanso, el Copenhague movió el banquillo con un doble cambio para revitalizar su ataque. Entraron Suzuki y Claesson buscando mayor conexión entre líneas, mientras que Delaney y Elyounoussi empezaban a tener más protagonismo. Los daneses mejoraron en intensidad y circulación, logrando encerrar por momentos a un Qarabag que acusaba el desgaste físico. Suzuki, veloz en los cortes, incluso frustró alguna acción peligrosa de los locales, que en los primeros minutos de la reanudación habían vuelto a rozar el gol con un inspirado Zoubir.
Sin embargo, cuando más apretaba el Copenhague, llegó el golpe definitivo. En el minuto 84, el Qarabag aprovechó la pasividad de la defensa rival para firmar el 2-0, un tanto que sentenciaba el encuentro y desataba la alegría en el estadio. El cuadro danés se marchó con la sensación de haber dejado escapar su oportunidad, mientras que los de Gurbanov celebraron su segunda victoria consecutiva, que los confirma como un equipo con voz propia en la élite continental.