
Franco Colapinto afronta el Gran Premio de Singapur con la presión y la ilusión de quien sabe que está en una etapa decisiva de su carrera en la Fórmula 1. Aún sin rendimiento destacado con su Alpine en lo que va de la temporada, el piloto argentino entra al circuito callejero de Marina Bay en un momento donde cada kilómetro contará para consolidar su lugar en la categoría.
El circuito de Singapur exige al límite la resistencia física y mental: altas temperaturas, humedad extrema y un trazado urbano con muros que no perdonan errores. Consciente de esto, el equipo diseñó un plan especial para combatir el desgaste, que incluye baños de hielo antes y después de cada salida en pista, aplicación de paquetes de enfriamiento en el cuerpo y una estrategia nutricional pensada para mitigar el impacto del clima.
Además, la escudería aprovechó un guiño mediático: publicó un post recordando un episodio del año pasado, cuando Colapinto ingresó por error al box de Alpine siendo piloto de Williams, un momento ya legendario entre los fanáticos. Lejos de generarle vergüenza, el argentino lo enfrenta con humor y determinación, como parte de su identidad en el paddock.
En lo deportivo, Colapinto buscará mejorar sobre un Alpine que no ha estado entre los más competitivos. El argentino ya demostró en anteriores Grandes Premios que puede remontar posiciones en la largada y aprovechar oportunidades donde otros fallan. Pero en Singapur, con un circuito que premia la precisión y el ritmo constante, necesitará estar impecable para marcar la diferencia.
Con siete fechas por delante en la temporada, esta carrera representa una de las últimas oportunidades para Colapinto de demostrar que merece continuar en la F1 más allá de 2025. El mundo del automovilismo argentino lo observa: Singapur podría ser un punto de inflexión en su camino.